Desde la experiencia / Por Juan Tomás Frutos.
¡Vayamos por esa faena que es cada jornada! El que se pone delante de un toro lo sabe.
MURCIA. Martes, 23 Febrero 2016. Por Juan Tomás Frutos –Editor Informativos RNE y TVE en Murcia- (Fotos.- DAVID MORA, triunfal reaparición en la Plaza de Toros de Vistalegre).Son las cinco de la tarde. Meditamos. Las transferencias de conocimientos, de ideas, de fuerzas, de entusiasmos, nos imprimen los mejores caracteres y brindan contemporáneamente las cosechas de la concordia y la armonía, tan precisas en los instantes de crisis actuales, esto es, de puestas en cuestión de los sistemas, que nos regalan simbióticamente aquello que somos capaces de plantar. No cerremos los ojos, ni tampoco vivamos de cálculos perpetuos. ¡Vayamos por esa faena que es cada jornada!
Reformemos las impaciencias, y las intolerancias, así como las envidias y los deseos que no tienen hartura y que nos declaran en enemistad y generan adversarios para nada. Perdemos el tiempo. Hemos de intentar conseguir un poco más, siempre un poco más, de amor. Ha de ser la prioridad si queremos porvenir. El cariño mueve los planetas y todo cuanto éstos aglutinan.
Los desórdenes que llevan a las más profundas ignominias no nos ayudan a otear con la soltura que sería menester para evitar que vayamos hacia una sima sin límites. La perspectiva ha de ser la jovialidad que nos conduce a más contento. La emoción nos ha de regalar consentimiento, afabilidad, pacto, entrega. La diversión en equilibrio es el eje primordial. Veamos las singularidades de una Fiesta que entronca con la historia humana.
Las luchas fratricidas, los encorsetamientos, las miradas funestas nos apartan de las verdades que asoman y funcionan en ciertas ocasiones, en numerosas, para presentarnos como enamorados de la vida y cooperantes con los colegas y amigos. Las diferencias han de ser experimentadas con sosiego en la búsqueda de unos resultados visibles, creíbles, sonoros, que posibiliten. Debemos hermanarnos.
La paz es un bien preciado desde la óptica de la justicia. Van a la par y se dan direcciones hondas, estimulantes para continuar hacia ese estadio en el que la convivencia nos otorga la dignidad de lo humano. No fracasemos por no procurarlo: así, intentemos que todos estemos presentes como muestra de que la fe realmente mueve montañas. Demostremos el valor necesario en la plaza cotidiana.
En el ADN nos presentamos más idénticos (igualmente en los objetivos) de lo que aparentamos. En cuanto a la salud y el amor somos, o deberíamos ser, iguales tanto en las pretensiones como en los resultados. Esto mismo nos vale para la educación. Lo obvio conviene que lo repitamos: hace el que quiere, incluso más que el que puede. El que se pone delante de un toro lo sabe. Es pura experiencia.