Grito de júbilo / Por Juan Tomás Frutos
MARTES, 11 Octubre 2016. Por JUAN TOMÁS FRUTOS.- Oteamos. Investigamos. Claman los ancestros para recordarnos que somos uno, aunque nos empeñemos en demostrar lo contrario. Nacemos de la misma raíz. Hubo un punto primero que decidió multiplicarse para mejor. Fue fruto del amor. No verlo así es configurar una realidad distorsionada y poco milagrosa. Alguien nos contó que no debemos creer en lo imposible, en lo raro, en lo excepcional. No termino de contemplarlo de esta guisa. Pocas veces caemos en la cuenta de que cada cual es irrepetible, único.
No rompamos con la tradición loable de entendernos. Despertemos a la devoción más querida. Sepamos con intuición. Nos tenemos como el gran motivo. No estamos solos. Nos debe dar igual lo que nos digan cuando hay respeto y autonomía en paralelo. Amemos. No hay base defendible para el odio.
Vivamos en los ecos de la Naturaleza que expone diversos lados: de todos hemos de comer y beber. Analicemos con pasión y sosiego. La suerte de poder aprender es un lujo que no puede decir la mayoría en este universo con submundos donde las voces múltiples no siempre tienen timbre o expansión.
Lo bueno es que, a pesar de las contradicciones, de vez en cuando vemos luz al final de túnel. Entonces, sonreímos y damos un grito de júbilo para superar el anhelo y vislumbrar que somos en solidaridad, en el conjunto que es cíclico y una pura señal de progreso. ¿Queremos descifrarla?