Capacitarnos / Por JUAN TOMAS FRUTOS.
En esta sociedad de superficialidades hemos de entregarnos, asimismo, a las profundidades que nos mantienen en el virtuoso equilibrio.
Martes, 26 Septiembre 2017. Por JUAN TOMAS FRUTOS. Foto: Archivo TNM. – Hoy en día, nos desplazamos usando al tiempo cualquier soporte, y andamos, de esta guisa, excesivamente pendientes de móviles, de “tablets”, de músicas y de experiencias narrativas en esta incesante sociedad de la información, con lo cual ignoramos a los compañeros de viaje, a los vecinos, a los que viven en nuestro entorno, en un planteamiento que tiene mucho de nihilismo, de dejar pasar.
La vida es eso que sucede mientras estamos en otra cosa, y, nos damos cuenta cuando una última cerrada y encendida ovación nos regresa al mágico lugar del que las ajenas inercias imperantes nos habían alejado de tan especiales momentos; ya era demasiado tarde, había sucedido lo importante irrepetible de sublimes obras en el albero, la terna salía triunfal a hombros; suele pasar, es ahora muy frecuente y en cualquier escenario de la vida. Conviene que tengamos presentes todas las circunstancias, importantes o no, que todas lo serán en cierta medida, para entender y comprendernos al unísono.
Mirar las caras, asomarnos a los corazones, a las intenciones de los otros, a sus desvelos, a sus garantías o dudas, empezando por respetar para ser correspondidos en igualdad y fraternidad, son actitudes que nos reportan paz y justicia, anticipos de la alegría y de la felicidad a las que tenemos derecho. En esta sociedad de superficialidades hemos de entregarnos, asimismo, a las profundidades que nos mantienen en el virtuoso equilibrio.
La desgana o el enfrentamiento, la acción negativa o la omisión de ciertos parámetros nos condicionan en términos que nos nublan la vista y nos hacen aceptar coyunturas que deberíamos apartar de nuestro lado. Todo lo relevante tiene que ver con lo humano.
La convivencia entre hermanos desde la libertad, la paciencia y la tolerancia, con mejoras recíprocas, implica que seamos capaces de afrontar lo cotidiano con una interpretación coherente y plena de contenidos afectuosos. Más que intentarlo, hemos de capacitarnos. ¡Adelante siempre!