No confundir debilidad, o falta de casta, con calidad / Por RAFAEL COMINO DELGADO
»LECCIONES MAGISTRALES». Así hemos elegido el titulo para bautizar esta sección con la prestigiosa y reconocida firma del Dr. Rafael Comino Delgado -Catedrático de Obstetricia y Ginecología, Escritor y Conferenciante-, erudito cabal apasionado de la Medicina y la Fiesta de los Toros.
Admirado y estimado amigo Don Rafael: Reciba nuestra más cordial BIENVENIDA a Toros Noticias Murcia, todo un honor y un lujo para este Diario Digital del Sureste Español el contar con sus sabias »Lecciones Magistrales». Con toda seguridad tendrán la mejor acogida, hará feligresía, entre nuestros numerosos respetables lectores. Con afecto y gratitud. Firmado: Pepe Castillo Abreu.
»…cuando falta la emoción en el toreo, aquello ni es calidad, ni es clase, ni es lo que debe ser la fiesta de los toros, que acaba derrumbándose»
JUEVES, 17 de Mayo de 2018. Por RAFAEL COMINO DELGADO. Últimamente oigo, frecuentemente, a profesionales, desde ganaderos hasta cronistas taurinos, y también bastantes aficionados hablar de calidad de un toro, o de su embestida, para referirse a aquel toro que embiste sin pegar derrotes, muy lentamente (o si quieren suavemente), aunque no humille mucho, con la cara más o menos bien colocada. Embiste tan lentamente porque no puede embestir más rápido, con más violencia, con más trasmisión, por falta de energía, de vitalidad para ello, y quizás también, en algunos casos, casta. Naturalmente esa embestida es muy fácil de aguantar y conducir para el torero, pero está carente de algo esencial, fundamental en el toreo, que es la emoción, porque no trasmite a los tendidos nada, o casi nada. En el mejor de los casos trasmite la sensación de que aquello que está haciendo el torero lo pude hacer cualquiera.
Para nosotros el concepto calidad es embestir colocando muy bien la cara desde antes del embroque, abrirse algo, planear embistiendo, siempre humillado, al mismo ritmo, sin soltar la cabeza, sin derrotar, gateando detrás de la muleta que parece querer comérsela, yendo hasta el final, sin reponer en exceso con lo que permite al torero girar la pierna, quedarse en el sitio para ligar los muletazos. Y así repetir una y otra vez, al más mínimo toque. Todo ello con poderío, de forma encastada, trasmitiendo a los tendidos riesgo, emoción, porque esa embestida tiene calidad, pero exige ser muy buen torero para aguantarla en series de cinco o seis muletazos y el de pecho. Lo otro, lo primero que describíamos, es facilidad para el torero, pero no hay emoción por falta de vitalidad del toro, o de casta o de las dos, y cuando falta la emoción en el toreo, aquello ni es calidad, ni es clase, ni es lo que debe ser la fiesta de los toros, que acaba derrumbándose.
Para nosotros la base de la fiesta es la bravura encastada con calidad, que es lo que permite hacer grandiosas faenas que ponen a una plaza de pie, emocionan a los asistentes, y precisamente por eso vuelven a la siguiente corrida. Por el contrario, los que presencian la debilidad, la falta de vitalidad, de casta, esa embestida suave en exceso, dulzona , que no dice nada, que no trasmite riesgo, ni emociona, no volverán.
Incluso el toro bravo, encastado, aunque no tenga calidad en la embestida, aunque le busque los tobillos al torero, aunque le quiera coger, trasmite emoción, y si el torero le da la lidia adecuada, resulta muy emocionante, y es preferible al de embestida demasiado dulzona por falta de poderío, de casta, o de ambas cosas.