La Revolución de “El Cordobés” / Por Rafael COMINO DELGADO
<<LECCIONES MAGISTRALES>> POR RAFAEL COMINO DELGADO
Nosotros pensamos que todos los toreros tratan de mandar en el Toreo todo lo que pueden, pero Manuel Benitez »El Cordobés» mandó todo lo que quiso.
En el año 1959, apareció en el panorama taurino un chaval de Palma del Río, “El Cordobés”, que revolucionó el Toreo por su valor sin límites y porque rompió moldes con lo establecido. Durante la década de los 1960 fue máxima figura en todo el orbe taurino; sin duda la máxima figura del Toreo de todos los tiempos, pues arrastraba masas y llenaba plazas siempre que actuaba, uniendo a su forma de torear una gran personalidad carismática, arrolladora; fue un genio heterodoxo, dotado de una inteligencia natural muy poco común.
Con los puristas y el 95 % de los medios de comunicación taurinos en contra llegó a la Maestranza y cortó un rabo, poniendo Sevilla a sus pies, y luego fue a Madrid, primera plaza del mundo y gran cátedra del Toreo, y cortó ocho orejas en dos tardes. Igual ocurrió en América y en todo el mundo taurino. Intentaron derribarle pero nadie pudo con él. Cuando le pareció puso a los empresarios a peregrinar hacia Villalobillos (su finca) para rogarle que no se retirara.
A nuestro entender fue bastante mejor torero de lo que se decía, pero ni los puristas ni la mayoría de los medios de comunicación especializados comprendieron su toreo. Pisaba unos terrenos en los que el toro no tenía más remedio que embestir y, especialmente con la izquierda, toreaba muy bien. No debía ser nada fácil lo que él hacía, pues algunos intentaron imitarle pero nadie después ha podido ni siquiera parecérsele de lejos.
Sabemos que ya Juan Belmonte, además de introducir el Temple en el Toreo, acortó mucho las distancias, hasta el extremo de considerar que todo el terreno era del torero, cuando hasta entonces se hablaba de «terreno del toro y terreno del torero». Más tarde Manolete continuó acortando las distancias y metiéndose en un terreno prohibitivo, y Juan García “Mondeño” (1934- ) se metía entre los pitones haciendo un toreo muy vertical, que recordaba mucho a Manolete.
Pero en este sentido de acortar las distancias e invadir el terreno del toro destacó, como hemos expuesto anteriormente, Manuel Benítez “El Cordobés” (1936), al que se glosa por muchas cosas, pero se ha dicho poco de los terrenos que pisaba.
Continua más tarde, metiéndose en ese terreno, de forma muy frecuente, Dámaso González (1948-2017), hasta que llega Paco Ojeda (1955-) que se mete entre los pitones, invade todo el terreno del toro, de forma constante, prolongada y muy reunido; en esa posición obliga al toro a dar vueltas a su alrededor, incluso con temple. Esto revolucionó el Toreo.
Pero los terrenos pisados por Paco Ojeda ya los había pisado Mondeño, El Cordobés, sobre todo en sus principios, también Miguel Mateo “Miguelín” (1939-2003) lo hizo a veces y Dámaso González, aunque no como lo hacía Ojeda, ni mucho menos. Posteriormente José Tomás (1975-) también ha pisado unos terrenos muy comprometidos, con muchísima verdad, y ahora hay muchos toreros que entre los pitones se encuentran, aparentemente, muy cómodos.
En definitiva Manuel Benitez «EL Cordobés», además de haber sido, a nuestro entender, la figura más grande de la historia (entendiendo por figura el torero con más tirón de las masas, más taquillero), aportó al Toreo la invasión total del terreno del toro, para lo cual tenía que mandar muchísimo, y ser muy buen torero, de hecho llegaba a dar hasta ocho y nueve naturales ligados con el pase de pecho en medio metro cuadrado.
Por ello revolucionó el Toreo, y lo puso en valor de tal manera que todos sus compañeros empezaron a ganar más dinero del hubiesen soñado. Nosotros pensamos que todos los toreros tratan de mandar en el Toreo todo lo que pueden, pero El Cordobés mandó todo lo que quiso.