La técnica de Ponce / Por RAFAEL COMINO DELGADO.
<<LECCIONES MAGISTRALES>> POR RAFAEL COMINO DELGADO>>
La mayoría de los toreros dominan a los toros venciéndoles con su inteligencia, su técnica, su maestría, Ponce, en cambio, les domina porque les convence con sus dotes inigualables de torero.
Juan Belmonte «El Pasmo de Triana» había pronosticado que vendría un torero capaz de hacer faena al 80-90 % de los toros, y su profecía se cumplió con la llegada de Manolete, pero después del Califa cordobés ha venido otro, nacido en Chiva (Valencia), el maestro Enrique Ponce que logra hacer faena a casi todos los toros, pero faenas de las de ahora a toros de los de ahora.
Enrique Ponce (1971-), gracias a su privilegiada cabeza, consigue hacerles faena a casi todos los toros, y ello porque comprende que cuando el toro no quiere humillar ni ir largo se puede torear con muletazos más cortos, a su altura, pero bien dados, es decir, haciendo bien “el engancharle (embroque), llevarle (trazo corto) y vaciar la embestida” un poco hacia arriba para aliviarle. Otra característica fundamental de su técnica es lograr que el toro siempre vea muleta, llevarlo cosido a ella sin brusquedades. Esas son sus grandes aportaciones, además de también torear profundo cuando el toro lo permite. Pasará a las Historia como uno de los más grandes de todos los tiempos, precisamente por eso, por ser capaz de hacer faena a casi todos los toros.
Para nosotros el maestro Ponce es el gran catedrático de la Tauromaquia actual, incluso diría que «Doctor Honoris Causa» por la Universidad que engloba a todo el orbe taurino, por ello ahí está, en lo más alto del escalafón desde 1990, casi 30 años, lo cual es muy difícil, tanto que probablemente sea un caso único en la historia.
Le recuerdo muchas grandes tardes, pero especialmente una en la plaza de toros de la Misericordia de Zaragoza. Los comentaristas de TV, cuando llevaba solo tres o cuatros series con la muleta, dijeron que estaba muy bien con medio toro, y fíjense como estaría después que finalmente se acabo pidiendo el indulto para el toro, naturalmente gracias al magisterio insuperable del maestro Ponce. La faena fue de menos a más, al tiempo que la plaza se iba inundando de una magia enloquecedora, etérea, emanada por la inspiración del torero y expresada con sus brazos y su muleta. La locura.
De Ponce se pueden destacar muchas cosas como torero, pero a modo de resumen, creo que podríamos enfatizar tres aspectos: a) Su cabeza privilegiada para la Tauromaquia; b) Su valor, que suele pasar desapercibido dada su enorme facilidad y lo sobrado que siempre se le ve ante el toro; c) Su ambición para después de tantos años de alternativa, estando siempre en gran figura, salir a la plaza con la ilusión de un novillero y cada día sorprender con detalles nuevos. La mayoría de los toreros dominan a los toros venciéndoles con su inteligencia, su técnica, su maestría, Ponce, en cambio, les domina porque les convence con sus dotes inigualables de torero. No creo que haya habido otro caso en la historia; que yo haya visto seguro que no.
Para mí, que estoy viendo toros desde el año 1950, las dos cabezas más preclaras que ha habido en el Toreo han sido Paco Camino y Enrique Ponce. Camino más artista y, desde luego, mejor con la espada; Ponce con mucha más afición y ambición, que le hacen estar donde está, sin que se atisbe aún su techo.