Influencia del Toreo en la Poesía III / Por Rafael COMINO DELGADO
<LECCIONES MAGISTRALES> POR RAFAEL COMINO DELGADO -Catedrático de la Universidad de Cádiz-
»Cantos a Córdoba» / Del poeta cordobés Domingo Echeverría.
Estaba en mi mente exponer «La influencia del Toreo en la Poesía» en solo dos artículos, pero no me resisto a incluir un tercero exclusivamente dedicado al poeta cordobés don Domingo Echevarría, del que ya les dejé una pincelada en la anterior entrega.
Soy granadino, pero nací justo en la frontera en entre Granada y Córdoba, si bien allí tenemos más influencia cordobesa que granadina en todos los aspectos; si hubiese nacido pocos cientos de metros más hacia el oeste seria cordobés, por eso mi corazón es, naturalmente, granadino pero, tanto o más, también lo es cordobés. Soy un enamorado de Córdoba, de sus monumentos, de su arte, de su cultura, de sus gentes, de su señorío, de su forma de vivir y entender la vida, y hasta de San Rafael, ángel custodio de la ciudad, pero no patrón, como mucha gente piensa. El patrón es San Acisclo, y la patrona su hermana Santa Victoria. Ambos fueron torturados hasta la muerte, en tiempos del emperador Dioclesiano, para obligarles renegar de su fe cristiana.
La poesía de don Domingo tiene el duende, el embrujo, la majestuosidad de Córdoba, el sentimiento cordobés, todo ello oliendo al mayo de los patios cordobeses en flor. Para mí, al menos, es bellísima, pues me trasmite algo difícil de expresar, que me llega hasta las raíces del alma.
Córdoba tiene muchos y grandiosos artistas en todas sus formas, y por supuesto en la poesía, pero Domingo, con su empaque, su ritmo, su compas, es único, igual que Lagartijo, Guerrita, Machaco, Manolete y El Cordobés lo fueron el Toreo, y ahora lo es Juan Serrano «Finito de Córdoba», o Julio Romero en la pintura, o don Luis de Góngora en la poesía, o Antonio Fernández » Fosforito» en el cante grande, etc.
Les dejo algunos poemas, que considero verdaderas joyas:
CAPRICHO DEL CIELO.- Qué tienes Córdoba mía/ para el arte del toreo/que pareces elegida/por un capricho del Cielo./ ¿Será por tu gente seria/qué tú seas la mejor?/ ¿Será el duende de tu tierra…?/ Será, que lo quiso Dios./ Escritas están en oro,/ las páginas de tu historia;/ no hay gloria como la gloria/ que dio tu gente del toro./ Califato del toreo,/y hasta en el rejoneo,/ brilla un mito en los albores:/ fue don Antonio Cañero,/ maestro del que aprendieron,/ los buenos rejoneadores.
OTRO CALIFA TORERO.- Quería Dios un torero/ que rayara lo infinito,/ y señaló a JUAN SERRANO,/ el que se apoda, FINITO./ Y lo hizo emperador/con el capote torero,/ y de muleta el mejor,/ que yo he visto en el albero./ No hay un pintor que pinte,/ su arte por naturales,/ ni guitarra que le toque/ su temple por soleares./ No es de Santa Marina,/ ni del Campo la Merced;/ tampoco del Arrecife./ Y yo le digo a quien lo dice,/ para que aprenda la gente:/ Él es, de donde se siente,/ y se siente ¡cordobés!/ Otro califa torero,/ otro ídolo en ruedo/ y gloria de la afición,/ que le grita en ovación:/ ¡Torero, torero, torero!
LLANTO POR RAFAEL.- Por una vez Federico,/ tu canto está equivocado./ No lloraron, como crees,/ su anillo de desposados./ Que fue sufriendo una pena,/ pena de angustia y quebranto./ Porque murió Rafael,/ Córdoba se rompió en llanto./ En su infinita sapiencia,/ la que ganó paso a paso,/ en el arte de Cúchares,/ le aciertan un bajonazo./ Son los gajes del destino,/ y los que lloraron tantos..Cuando murió “Lagartijo”/ ¡Ay que tristes los cortijos/ con sus minaretes blancos!
MACHAQUITO.- Nunca se dio Rafael/ en torero de leyenda,/ tan inmenso corazón/ en figura tan pequeña./ Pero así lo quiso Dios,/ que confirmaras la regla,/ y ese dicho de los tarros/ que guardan la buena esencia./ Ya predijo tu valor/ “El Guerra” con su sapiencia,/ y premió tu pundonor/ la Cruz de Beneficencia./ Por gesta tan valerosa,/ Hinojosa, no te olvida,/ y te distingue orgullosa,/ en la historia de su vida./ La tauromaquia grandiosa,/ guarda tus tardes de gloria,/ y tu vergüenza torera,/ los anales de tu Córdoba./ Yo, sólo, canto tu fama;/ ni le pongo, ni le quito./ En la historia está, bien clara,/ ¡tu grandeza, “Machaquito”!
CUNA TORERA.- Tuvo la cuna torera/ del barrio más cordobés,/ el pundonor por bandera/ y se llamaba Manuel./ Tuvo algo en el semblante / y el toreo tan sereno,/ que no cabía más arte,/ en un palmo de terreno. / Tuvo alma de gigante,/estoicismo de poeta./ De capote… ¡impresionante!/ y sin par con la muleta./ «El Monstruo» de sobrenombre; / y corazón legionario./ Por naturales … ¡enorme!/ y en los lances legendario./ No hubo valor más sereno,/ ni más temple en el albero;/ el mundo entero lo sabe… / porque lo parió su madre:/ ¡un pedazo de torero!.
HASTA EN BRONCE TIENE ALGO.- Aquel que piso más firme,/ ante el peligro el albero,/ dejó su gloria «sembrá»,/ en los pitones de Islero./ Era de mirada triste,/ serio y sereno en la plaza;/ era como si conociera,/ la pena de su desgracia./ Un monumento le hicieron,/ a Santa Marina mirando./ Los que ni le conocieron,/ al verlo se van llorando/ ¡Mira si sería torero,/ qué hasta en bronce tiene algo!
CORDOBÉS INMORTAL.- Mira si será torero,/ que hasta los toros preguntan,/ cuando saltan al albero:/ ¿Quién es ese Cordobés,/ que a mí no me tiene miedo?/ Córdoba por entero,/ y “Palma” de tus pesares,/ aunque vuelvas y te vayas,/ nunca olvidan lo que vales,/ ni aquellas tardes de Mayo,/ en el coso “Los Tejares”./ El gusanillo en tu sangre,/tantas veces derramada,/ te selló como valiente,/ sin el miedo a la cornada,/ que hará llorar a la gente,/ como aquel día en Granada./ Aunque te vayas del toro,/ tu nombre resonará,/ y ese apodo tan torero,/ que gloria a tu tierra da,/ será para el mundo entero;/ ¡Un Cordobés inmortal!
VIVA CÓRDOBA.- Viva Córdoba mi tierra,/l a de los blancos cortijos,/ la cuna de “Lagartijo”,/ la de “Machaco” y “El Guerra”./ Viva mi patria chica/la del río prodigioso,/ la del Alcázar grandioso,/ la de la esbelta Mezquita./ La perfumada de nardos/la de los niños toreros,/ que graban su nombre en mármol,/ igual que los Dioses griegos./ La llorada, la sultana,/ serrana, cristiana y mora;/ la que siempre fue cantada:/ Callada, lejana y sola.
BALADA DEL TORO MANSO.- Nací de una vaca mansa,/ soy carne del matadero./ Quien pudiera ser de raza,/ para indultarme en la plaza/ con la gloria de un torero./ ¿Por qué no tuve yo un padre,/ bravo como “Tabernero”?/ Nací de una pobre madre,/ de las llamadas de carne,/ que no fue ni al tentadero./ Moriré como el cobarde,/ del que nadie escribe nada./ Sufro mi triste destino:/ el de ser agua pasada/ que ya no mueve molino./ Será una triste tarde,/ sin pasar por el chiquero./ A mi pobre ganadero,/ vendrá a regatearle,/ un terrible carnicero./ Reliquia para un museo,/ mi cabeza no será,/ ni mis orejas trofeo,/ ni mi nombre pasará,/ a la historia del toreo.
Espero haber acertado y que Vds. hayan disfrutado, igual que yo, de la sensibilidad, del sentimiento cordobés, en definitiva del arte derramado por don Domingo Echevarría.