El morbo del riesgo / Por Rafael COMINO DELGADO.
<LECCIONES MAGISTRALES> POR RAFAEL COMINO DELGADO -Catedrático de la Universidad de Cádiz-
El Toreo es un arte único, como hemos dicho y escrito muchas veces, pues tiene algunas características que le hacen muy diferente de todas las demás artes.
Entre tales características está de la de ser el único arte que ha de ser validado por el riesgo, y cuanto más riesgo más emoción. El artista, el torero debe correr gran riesgo al realizar su obra de arte, de lo contrario pierde todo su valor.
Rafael Guerra «Guerrita» destacaba entre otras cualidades por ser un torero muy poderoso, hasta el punto de que don Antonio Peña y Goñi decía, refiriéndose al califa cordobés: “Con Guerrita no hay drama, no hay, por lo tanto, emoción. ¿Por qué? Porque el público tiene descartada la posibilidad de una cogida”. Claro que esto a veces falla, pues Joselito el Gallo era también un torero muy poderoso, tanto que se decía de él que un toro nunca lo cogería, y lo mató. De Belmonte se pensaba todo lo contrario. Se cuenta que Guerrita dijo, refiriéndose a Juan Belmonte, «Ir pronto a verlo, que ese es carne de matadero». Quería decir que un toro lo mataría, y no ocurrió. Y es que por muy poderoso que sea un torero, y poco poder tenga un toro, siempre el peligro existe, y muy grande. Abundando en el riesgo, el maestro Dámaso González dijo en 2004, «El Toreo es una fiesta (un Arte) de arriesgar, si no arriesgas estás en falta. La gente debe ver que estás haciendo algo arriesgado».
Y es que por muy bien que se toree, por mucho arte que tenga el torero, si el público, el aficionado, no percibe un gran riesgo tiende a darle poca importancia a lo que se está haciendo. En este sentido, el escritor portugués José Moreiro decía: «El público no acude a la plaza con el deseo de que la muerte del torero ocurra, sino porque puede ocurrir». Y en este desenlace siempre posible y amenazante, reside la esencia de esta Fiesta.
Nos parece una frase lapidaria, acertadísima. El público no quiere que al torero le pase algo malo, sufra una cornada, pero tampoco quiere saber que ello ocurrirá; desea siempre la duda, el morbo.
Hasta tal punto esto es así que cuando José Tomás rompió fuerte, se decía que algunos acudían a la plaza, no a verle torear bien sino a ver cuantas veces le cogía el toro.
Así es el arte del toreo, y por ello y otras características más pensamos que, «no hay espectáculo que pueda emocionar, entusiasmar, arrebatar, tanto como el Toreo»