«Ser importantes» / Por Juan Tomás Frutos
«Nos hemos de perfilar con las divisas más entusiastas. Hay modelos, bastantes, para encariñarnos con los demás, para fomentar el encanto, el altruismo y la vehemencia. Los universales se extienden como la hierba en primavera cuando los abonamos convenientemente. Sepamos en qué consiste este oficio milenario donde la pugna supone vida y muerte, en definitiva afán de superación.»
MURCIA. Domingo, 1 Noviembre 2015. Por Juan Tomás Frutos. -Editor de Programas e Informativos de TVE y RNE en Murcia-Suerte, estilo, deseo, ánimos, esperanza, miedo, opciones, sentido, idealismo, creencia, verdad, seguridad, duda, amor, destino”¦ He aquí algunas de las esencias del toreo. En ellas percibimos pura musicalidad, lides, menesteres, gestos, y roces de preferencias y de comprensiones con pasión. La perfección es en este territorio, indomable en paralelo.
Como preámbulo, en cualquier ámbito, aquí igualmente, quitemos las barreras. Los filtros no contribuyen a los éxitos. Pongamos los anhelos en el punto. Nos hemos de añadir a las eras más soberbias, ésas que nos pueden ubicar donde las limitaciones no ocurren. Las ingentes figuras, sus leyendas, nos llevan al corazón situaciones imborrables. Salgamos de los fanatismos.
Nos debemos a los intereses objetivos y subjetivos que nos han de marcar hechos de alegría. La jovialidad nos rejuvenece y nos otorga el beneplácito de los años para estar en sosiego. Cuando analicemos los pros y los contras de este arte no rompamos más de la cuenta. Saquemos esa antropología que nos encanta y nos justifica. Contemplemos al hombre y al toro.
No nos acostumbremos a lo pésimo, sino a lo óptimo. Nos hemos de perfilar con las divisas más entusiastas. Hay modelos, bastantes, para encariñarnos con los demás, para fomentar el encanto, el altruismo y la vehemencia. Los universales se extienden como la hierba en primavera cuando los abonamos convenientemente. Sepamos en qué consiste este oficio milenario donde la pugna supone vida y muerte, en definitiva afán de superación.
No habitemos encerrados en redes que nos atrapan para no consentir que seamos aquello que imaginamos. Estimemos lo ideal. Nos hemos de ponderar. Unamos energías. Los acontecimientos han de implicar que nos enganchemos a los resultados más extraordinarios. Nos debemos liberar. La autonomía de criterio nos conduce por veredas donde nos formamos como humanos. Miremos sin miserias, sin prejuicios. Conozcamos los plurales mundos, como el de la tauromaquia, para opinar.
Cuestión de perspectiva
No estemos en esos “apriorismos” que nos dejan atrás. Podemos progresar. Los detenimientos no nos preñarán de opciones. Indaguemos. Hemos sido cruciales. Volveremos a serlo, aunque permanezcamos en el anonimato. No todos han de ser grandes mitos. Los hay en lo cotidiano, que nos sanan, que nos salvan, que emprenden caminos de resistencia, de aprendizaje, desde los compartimentos mayores con la sociedad. Lo sustancial es una cuestión de óptica.
Nos mostraremos sin predicciones cuando hablemos de los toros. Es un interesante punto de partida. Las inclemencias no nos ganarán. Nos hemos de devolver a cuanto fue y tuvo significado cuando éramos infantes y pensábamos que todo era factible. Seamos independientes. Retornemos a ese empeño por alcanzar lo que nos acarreará fortuna y tranquilidad. Nos subrayaremos las eras en las que volveremos a ser en sociedad. No elijamos lo que no nos encumbra al contento pactado. Cada día, hoy mismo, es una tarjeta para la mejor visita, que hemos de llevar a cabo.
Lo primero es valorar que las cimas son relativas, más que eso, pero, fundamentalmente, hemos de pensar en el respeto y en la estimación forjadora y formativa. Eso es genuino relieve. En la tauromaquia, todo es lo que se percibe. La verdad, recordemos, nos hace libres. Sí, lo podemos ser un poco más al amanecer.