MADRID: Suspenso para Presidentes y para »los mismos de siempre» / Por Jose Maria JERICÓ.
Ante las desafortunadas decisiones que desde hace tiempo vemos se están produciendo en el palco presidencial de la primera plaza del mundo y la falta de respeto, mala educación y comentarios dolosos de ciertos aficionados, en estas fechas de exámenes hay que darles un suspenso.
JUEVES, 6 de mayo de 2019. Por JOSÉ MARIA JERICÓ. Presidir un festejo taurino requiere no solo conocerse al dedillo el reglamento taurino, sino también tener un amplio conocimiento de lo que es y cómo se desarrolla un festejo taurino en cualquiera de sus manifestaciones. O sea, lo primero que se debe de pedir a la persona que tiene que presidir un festejo taurino, es que sea un buen aficionado, conocedor a fondo de lo que es y representa este espectáculo y tener la sensibilidad suficiente, para saber cuando la lógica está por encima del reglamento, ese mismo que dice que la primera oreja es del publico.
Hemos visto como a toros excepcionales, incluso después de haberse pedido el indulto, que a lo mejor y con acierto no se había concedido, ni tan siquiera se había tenido el criterio lógico de sacar el pañuelo azul para darle la merecida vuelta al ruedo. Otras veces y ante faenas verdaderamente épicas y llenas de torería han negado la oreja pedida de manera unánime por el público asistente al festejo en cuestión, cuando la primera oreja, repito, siempre es potestad del público.
Recientemente veíamos como la magistral actuación de Ferrera en su primera comparecencia en la Feria de San Isidro de este año fue merecedora de las dos orejas que debería de haber concedido el presidente ante la muerte del excelente primer Zalduendo. Todo lo que hizo Antonio Ferrera estuvo presidido por el buen gusto y un grado de torería difícil de superar, y una vez más el palco se equivoco y concedió las dos orejas en el segundo de su lote cuando las tenía que haber concedido en el primer toro. Ayer, sin ir más lejos, el “usía” de turno negó la puerta grande de Madrid a un torero despreciando impunemente la decisión “mayoritaria” de un público que se ponía de acuerdo para solicitar el trofeo para Ginés Marín.
En la madrileña plaza de Las Ventas, un día sí y otro también, tenemos que aguantar las decisiones de algunos malos presidentes y la mala educación y falta de respeto, que por parte de un sector minoritario de un público mal educado y carente del mínimo respeto, se pasan la tarde dando voces, quizá las que no les dejan dar en su casa, para molestar a los profesionales que arriesgan y se juegan la vida. Un ejemplo de ello es la cornada de 25 cms., recibida por Manuel Escribano la tarde del 30 de mayo. Esa misma tarde no pararon de meterse con los tres matadores, llegando incluso a decirle a Roca Rey que se marchara a su país e increparle los pases cambiados que da al inicio de faena jugándose su integridad física, como hace todas las tardes, en esa ocasión con un Albaserrada. Ni Román se libro de los vocingleros de turno acusándole de no cruzarse cuando técnicamente era imposible en el momento que le increpaban.
O también mostrando con pancartas y gritos su disconformidad con las decisiones del palco mostrando una clara unanimidad sospechosamente dirigida y financiada por alguien que con un criterio extremo hacen de la primera plaza del mundo una plaza incomoda.
Una cosa es la seriedad que en esta plaza debe regir y otra la anarquía que se produce en cierto sector del público, repito, carente de rigor y con el solo propósito de molestar y de hacerse notar tratando de sentar cátedra ante una concurrencia que aguanta hasta la saciedad a esta panda vocinglera.