Devolución a los corrales tras el indulto / Por Rafael COMINO DELGADO
<LECCIONES MAGISTRALES> POR RAFAEL COMINO DELGADO -Catedrático Universidad de Cádiz-
Todos los reglamentos dicen que una vez concedido el indulto a un toro deberá ser devuelto a los corrales, y desde allí a la ganadería, pero no hablan de la forma en que se debe realizar la devolución a los corrales, por tanto, lo habitual ha sido sacar los cabestros para que se lleven al toro, de la misma forma en que se lo llevan cuando es devuelto por alguna otra razón. Y es en este punto donde nos gustaría hacer un comentario, pues la devolución tras indulto tiene, para nosotros, unos matices muy diferentes a las demás.
Si el toro se ha indultado, sin duda alguna, ha sido un gran toro en todos los aspectos, por tanto, además del premio de poder volver a la dehesa y allí dedicarse a padrear, si el ganadero lo estima conveniente -pues el fundamento del indulto es conservar la raza- pensamos que merece, por parte del torero, un homenaje, pues generalmente le ha permitido realizar una gran faena, y como consecuencia obtener un gran triunfo, aunque ello no ocurra absolutamente siempre. Y como homenaje, o agradecimiento, proponemos, que sea el propio torero, acompañado de sus tres banderilleros, quienes lo lleven con muleta y capote a la puerta de chiqueros para allí despedirle, decirle “adiós” y desearle una feliz vida en la dehesa. Será muy fácil de hacer porque un toro de indulto seguro que obedecerá muy bien a los toques, y sin problemas lo llevaran hasta la puerta por la que debe salir camino de su casa.
Esto lo propusimos en Córdoba durante una conferencia, hace ya 12-15 años, y observamos que algunos toreros lo suelen hacer siempre que indultan, como por ejemplo Finito de Córdoba y otros más. Últimamente lo hizo el maestro Enrique Ponce con el toro “Fantasía” de Juan Pedro, que indultó en el Puerto de Santa María, el pasado día 10 de agosto.
Creemos que, además de perder menos tiempo que con los cabestros, es un detalle bonito, un honor, un homenaje que se concede al toro, base principalísima y fundamentalísima de la Fiesta de los Toros, y que a nadie molesta, pero que pondría de relieve la sensibilidad de los profesionales del toreo, y de los taurinos en general, hacia el toro, al cual tanto quieren y respetan, porque si alguien quiere de verdad al toro son los taurinos, no los antitaurinos, que de Tauromaquia no saben nada y a los que, en general, el toro les importan un bledo; lo que les importa es continuar con su multimillonario negocio. Como se ha demostrado, no saben diferenciar un toro de lidia de una vaca lechera, ni tienen interés en aprenderlo.