Sentimiento torero / Por Rafael COMINO DELGADO
<LECCIONES MAGISTRALES> POR RAFAEL COMINO DELGADO -Catedrático de la Universidad de Cádiz-
Ser torero o tener sentimiento torero, es un estado de ánimo que algunas personas tienen, que nace en lo más íntimo de su ser, llamémosle mente, alma, psique o espíritu y, generalmente, se asocia a una serie de valores que tiene la persona como son respeto, amor a la verdad, valentía, seriedad, dignidad, ética, moral.
Decimos que ser torero es una profesión, y lo es, pero muy distinta a todas las demás, porque para ejercerla se requiere sentir con mucha fuerza, muy profundamente, muy íntimamente aquello que se hace. Desearlo con todas sus fuerzas, hasta el punto de estar dispuesto a perder la vida con tal de hacer lo que se desea, que es torear. El torero se siente atraído, arrastrado hacia el toro por una intensa fuerza de la que no puede libarse. Por tanto, ser torero es una profesión determinada por una intensa vocación.
El maestro Víctor Méndez dijo, en entrevista que le realizaron en 1994, “Los toreros lo somos obedientes a un destino, impulsados por una fuerza misteriosa que nos ha llevado a serlo”, y el maestro Agustín Parra “Parrita” decía que, “Torear es veneno único, que solo conocemos los que somos toreros”.
El Toreo conlleva riesgo, y ese riesgo crea en el torero (artista) un terrible dilema: Por una parte, su instinto de conservación (como en todo ser vivo) le aconseja la huida, la protección; y por otra parte su irrefrenable sentimiento torero, el instinto de artista, que le arde en el interior, le empuja hacia el toro, para expresarse, aunque para ello tenga que poner en riesgo extremo su vida. Finalmente triunfa su instinto torero, su sentimiento toreo sobre el de conservación y le lleva a torear arriesgando su vida.
El torero tiene ese sentimiento no porque él quiere tenerlo, sino porque ha nacido con él. Igual que el que se enamora no es porque quiere sino porque se siente atraído hacia esa otra persona, o el religioso siente con muchísima fuerza interior la necesidad de entregarse a la vida religiosa.
Pues bien, ese sentimiento torero solo lo tienen unos pocos elegidos y de esos pocos, pocos son capaces de llegar a ser toreros de verdad, porque es extremadamente difícil. Hay que crear una obra de arte en diez minutos jugándose la vida.
Cuando los antitaurinos les llaman asesinos a los toreros, solo puedo pensar de ellos que son ignorantes y malnacidos. ¿Qué saben ellos lo que un toreo siente en lo más íntimo de su alma, de su ser? Les es imposible comprenderlo, y siempre les será porque no tienen capacidad para ello, son demasiado superficiales.
Ignoran que no hay ser en el mundo que ame, que quiera con todas sus fuerzas, y respete tanto al toro como un torero.
A los antitaurinos les pediría, aunque me temo que no me escucharan, que hablen con los toreros, peros con seriedad, profundidad y sinceridad, que cada uno exprese lo que siente hacia el toro y los animales en general. Que hablen tratando de ponerse en la piel del otro, escuchando con atención al interlocutor, y luego juzguen; no condenen de antemano.
Y sobre todo les pediría que se informen bien sobre qué es la Tauromaquia, como nació, como ha evolucionado, qué significa, cuál es su porqué, pues no he encontrado un solo antitaurino que conozca, ni siquiera mínimamente, la Tauromaquia. Deberían saber, que como dijo el gran psicólogo americano Wayne Dyer, “El nivel más alto de ignorancia es cuando se rechaza algo de lo cual no se sabe nada”, y el poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán, Johann Wolfgang von Goethe decía que, “nada hay más terrible que la ignorancia activa”, y ellos en materia de Tauromaquia son totalmente ignorantes, pero muy activos a la hora de oponerse violentamente a ella.