Los mano a mano / Por Rafael COMINO DELGADO
<<LECCIONES MAGISTRALES>> Por RAFAEL COMINO DELGADO -Catedrático de la Universidad de Cádiz-
Una de las rivalidades más grandes (solo en la plaza) en la historia del Toreo fue la habida entre Lagartijo y Frascuelo; ninguno de los dos jamás rehuyó enfrentase al otro, porque ambos eran dos colosos, dos figurones, pero de verdad.
Un mano a mano entre Enrique Ponce y José Tomás sería un gran acontecimiento a nivel mundial…
A nuestro modo de ver, un mano a mano siempre debe, o debería, tener unas razones, un sentido, un porqué, una rivalidad o competencia entre los acartelados, y el objetivo siempre es el mismo, dilucidar cuál de los dos toreros es superior, o por lo menos cual, ese día, fue superior, quedó por encima del otro.
Sin embargo, actualmente se celebran muchos mano a mano sin el menor sentido; tal vez solo con el objetivo de repartir más entre dos que entre tres. Incluso se han celebrado entre un rejoneador y un torero a pie. ¡Algo descabellado! Ha habido varios. Uno de ellos ocurrió el pasado año 2019 en la Feria de Granada entre Sergio Galán y José Tomás. Se enmascaró diciendo que el rejoneador le abría plaza. Si se quiere hacer una gesta de matar en solitario una corrida, pues adelante, pero no hagan estas pantomimas. La gente fue a ver a José Tomás y prestaba poca atención a lo que hacía el rejoneador.
Incluso algunos tienen una particularidad que no nos gusta, le resta importancia, y es que cada torero lleva sus toros, o por lo menos esa es la impresión cara al exterior. Si deciden enfrentarse dos figuras, o dos toreros, que sea con los mismos toros, todos de Cuvillo, todos de Jandilla, todos de Miura o de Victorino (esto es un decir), etc.
El maestro José Tomás ya se enfrentó a el Juli, en San Sebastián, en 2016, en 2018 lo hizo a Miguel Ángel Perera en Algeciras. Bien, muy bien, y me gustaría mucho que siguiera en esa línea y se enfrentara a las demás figuras del momento, como son Enrique Ponce, Morante, Manzanares, Castella, Andrés Roca, etc., pero este mismo año 2020, porque si decide enfrentarse cada dos o tres años a una figura el gesto pierde casi toda su importancia, incluso puede que algunos cuando les llegue su turno ya se hayan retirado. De esta forma al final de temporada podríamos decir, ¡el maestro José Tomás es el emperador del toreo, o no!
Un mano a mano entre Enrique Ponce y José Tomás sería un gran acontecimiento a nivel mundial, que toda la afición gustaría ver, pero que nunca verá, y la culpa no es de Ponce. Otro mano a mano de igual nivel, pero en rejoneo, sería entre Hermoso de Mendoza y Diego Ventura, que tampoco se dará, y los impedimentos no los pondrá Ventura. ¿Se imaginan estos dos acontecimientos en la monumental de Méjico o en las Ventas de Madrid, y televisados para todo el mundo? Las verdaderas figuras se enfrentan a todos, no rehúyen a ningún compañero, y si lo hacen es porque no son figuras de verdad, son cobardes en este sentido.
Una de las rivalidades más grandes (solo en la plaza) en la historia del Toreo fue la habida entre Lagartijo y Frascuelo; ninguno de los dos jamás rehuyó enfrentase al otro, porque ambos eran dos colosos, dos figurones, pero de verdad.
Manuel Benitez «El Cordobés», la figura con más tirón en las taquillas de todos los tiempos, se enfrentó a todos, y todos los años varias veces, excepto a Antonio Ordoñez, pero no porque le rehuyera sino porque Ordoñez quería cobrar igual que él, cuando todos sabemos que el que llenaba las plazas era Benítez.
Para nosotros el torero que evita enfrentarse a otro, por miedo a que le dé un buen repaso, jamás podrá considerarse figura de verdad.
Por tanto, el mano a mano bien venido sea, pero que sea de verdad, que tenga interés, entre dos toreros del mismo nivel, o entre uno consagrado y otro que quiere quitarle su sitio, y ha hecho méritos para ello, o entre dos con gran rivalidad de la misma ciudad o región, con los mismos toros. En fin, que haya alguna razón real, algún motivo de interés, pero tal como se hace, la mayoría de las ocasiones, está devaluado. Generalmente, en muchos casos, no hay verdadera competición en la plaza, incluso a veces ni hay rivalidad en quites.