Ni tortura ni crueldad / Por Rafael COMINO DELGADO.
RAFAEL COMINO DELGADO -Catedrático de la Universidad de Cádiz- «LECCIONES MAGISTRALES-
Los animalistas, en su desvarío mental, pretenden eliminar todo tipo de sufrimiento, de estrés, a los animales irracionales, pero no tienen inconveniente en causarlo a los humanos.
Los animalistas proclaman constantemente que el Toreo es “Tortura y Crueldad”, con lo cual ponen de manifiesto que desconocen el verdadero significado de ambas palabras, lo cual no nos extraña porque suelen ser personas poco formadas, limitada capacidad intelectual, mucho más desarrollada es la parte sensitiva o emocional que la racional, y por ello manipulables, poco reflexivas y desde luego tendentes al trastorno mental, de lo cual hay datos científicos que lo corroboran. Todo ello facilita el que personas sin escrúpulos les utilicen como infantería en vanguardia para su propósito, que no es otro que el enriquecerse inmensamente.
Volviendo al hilo de nuestro discurso pretendemos demostrar que los animalistas están equivocados cuando dicen que el Toreo es Tortura y Crueldad.
Por definición Tortura es, según la Asamblea Médica Mundial de Tokio, celebrada en 1975, «El sufrimiento físico o mental infligido en forma deliberada, sistemática o caprichosa, por una o más personas, actuando sola o bajo las órdenes de cualquier autoridad, con el fin de forzar a otra persona a dar información o hacerla confesar por cualquier otra razón.» Es muy parecida a la dada por la ONU en 1975 y también a la recogida por del diccionario jurídico español. En esta definición hay algo implícito, muy importante, y es que al torturado no se le permite defenderse.
Es claro que la lidia del toro no entra, ni de lejos, en la anterior definición por las razones obvias, y que al toro se le permite defenderse, pudiendo incluso llegar a causar la muerte del torero. El objetivo de la lidia es crear una obra de arte aprovechando la bravura del toro, colaborador necesario, al cual se le respeta en todo momento, y si alguien no lo hiciere debe ser severamente sancionado. Luego, los animalistas están totalmente equivocados cuando dicen que el Toreo es tortura”.
Tampoco es Crueldad. Esta palabra tiene varias acepciones, como prácticamente todas. La que nosotros vamos a tomar es la siguiente: “Crueldad es la respuesta emocional de obtención de placer en el sufrimiento y dolor de otros o la acción que innecesariamente causa tal sufrimiento o dolor”. Consideramos que es indicativa de patología mental, y la American Psychiatric Association la considera como un signo de desajuste psicológico. Nada más lejos de lo que ocurre en la corrida de toros. El torero y los asistentes a la plaza no se emocionan viendo sufrir al toro, al que no se le causa daño para verle sufrir, al contrario, todo lo que se hace va encaminado a emocionarse con la bravura del toro, creciéndose tras la pica, tras las banderillas, y acometiendo una y otra vez a los engaños. También llega la emoción viendo como el torero, por una parte, es capaz de, aprovechando la acometida del toro, la embestida tan violenta, crear algo tan bello como es el toreo templado, a compás, y además viendo como expone su vida, que puede perderla en un segundo.
Todo esto nada tiene que ver con la crueldad. Lo que pasa es que los animalistas confunden, en su ignorancia, en su trastorno mental, crudeza con crueldad. En el Toreo hay crudeza, hay sangre del toro y del torero, hay enorme exposición del torero, pero jamás hay crueldad. La crudeza se define, según la RAE, como algo con gran rigor, dureza, aspereza, algo que impacta en el espíritu de los espectadores por su dificultad, por el gran esfuerzo que requiere. También hay crudeza, pero no crueldad en el boxeo, y diríamos que el ciclismo. Es crudeza ver como un ciclista asciende una cuesta muy empinada, sufriendo para hacerlo, pero disfrutando al mismo porque intenta ganar. Es crudeza ver como un corredor de maratón llega la meta arrastrándose, porque ya no puede más, pero su mente le empuja para poder atravesar la línea de meta, y cumplir el objetivo que se había propuesto. Estos casos los tomamos como heroicidad, y que un hombre se juegue la vida delante de un toro para crear una obra de arte, algo al alcance de muy pocos, los animalistas lo toman como tortura y crueldad. De acuerdo, pero están deformando la realidad y eso es esquizofrenia.
En la vida hay crudeza-o si prefieren diremos, la vida es muy dura- desde que nacemos hasta que morimos. En la naturaleza hay muchísima crudeza. Observamos como unos animales se comen a otros. ¿No es crudeza ver como un león mata y se come un cervatillo? ¿No es crudeza abortar a un feto de 5- 6 meses, y más, pues a veces los matan con 7-8 meses, extrayéndolo a trozos? Recuérdese que el feto tiene cerebro reconocible a las 6-7 semanas tras fecundación, y por tanto siente dolor. ¿No es crudeza llevar a un niño con 4-5 años, a las ocho de la mañana, al colegio, alejándole de su madre, obligándole a estudiar, cuando lo que se le apetece es jugar? ¿No es crudeza que los padres se separen y los hijos, pequeños, queden alejados unos días de su padre y otros de su madre? ¿No es crudeza ponerle inyecciones a un niño pequeño, porque está enfermo? Pero lo tenemos que hacer. La vida es así. El toro se somete a un estrés en la plaza durante 10-15 minutos, pero ha vivido antes, muy bien, 4-5 años, en la dehesa, y de no existir el toreo tampoco existiría el toro de lidia. En resumen, como dice don Fernando Savater, catedrático de Ética, “En la corrida de toros hay crudeza, pero no crueldad. Sería crueldad si a uno le gustase ver sufrir al animal, cuando lo que en realidad le gusta es verle luchar, ver el combate”
Los animalistas, en su desvarío mental, pretenden eliminar todo tipo de sufrimiento, de estrés, a los animales irracionales, pero no tienen inconveniente en causarlo a los humanos.
Decía el sabio Ciceron: “Se reconoce el alma valiente y grande sobre todo, por dos cosas: En primer lugar por el desprecio a las cosas exteriores y, en segundo lugar, por la calidad del alma, que permite realizar grandes acciones, llenas de dificultades y fatigas, que ponen en peligro la vida”, y en el mismo sentido se pronunciaba Alexis Carrell, premio Nobel de Medicina en 1912: “La dureza de las condiciones de la vida es la condición indispensable para la ascensión (intelectual y espiritual) de la persona humana”, y “ las condiciones de vida difíciles son indispensables para forjar la personalidad humana”. Sigmund Freund solía decir: “Soy un hombre afortunado porque nada en la vida me ha sido fácil”, lo cual subscribimos. Pensamos nosotros que todo lo verdaderamente importante en la vida exige grandes sacrificios y esfuerzos, que tal vez no estén al alcance de los animalistas, personas blandengues, lascivas, de escasa voluntad, que tratan de ignorar la realidad de la vida en la naturaleza, debido a su incapacidad para afrontarla.
El trastorno mental que sufren los animalistas radicales es más que considerable, prueba de ello son, por ejemplo, las dos mujeres que acusaron a los gallos de violar a las gallinas, cuando los gallos solo hacen lo que la naturaleza les ha mandado hacer. Otro ejemplo de desequilibrio mental es el podemita que nos acusa de “robarles la leche a las vascas”.
Los animales irracionales están en el mundo para el que los humanos les utilicemos como mejor convenga, siempre respetándoles y tratándoles bien. Pero si hablamos de robar, pienso que más grave será robarle a un perro su libertad, obligándole a vivir toda su vida metido en un piso, como si fuera un humano. Lo que pasa es que como eso lo hacen ellos, es correcto.
Por mucho que insistan, por muchas manifestaciones que hagan, por mucho que se pinten con sangre, que vociferen eslóganes estúpidos, la realidad es que el Toreo ni es tortura ni crueldad. Es un arte grandioso, único.