Murcia y Albacete, la servidumbre o el reclamo del TORO / Por Pedro Javier Cáceres
Las comparaciones son odiosas, reza el dicho; cierto. Menos aún si se quieren confrontar ferias como las de Murcia y Albacete. Provincias fronterizas, capitales muy distantes; en todo. Albacete mira al interior, Murcia se asoma al mediterráneo. Dos filosofías, dos formas de entender la vida y la fiesta: la mayor, la menor y la de toros.
Murcia comprime en 5 tardes, selecciona, si se quiere, y se anuncia como la “feria de las figuras”: hecho cierto; todas. Se completa el ciclo con novillada y corrida de rejones. 7 festejos de abono y una novillada sin caballos de entrada libre, en medio de la feria. Tiene fama de ser la que mejor paga a toreros y ganaderos. Si bien no está sujeta a canon de explotación ni a las “gilipolleces” de los pliegos, sí debe responder ante una serie de accionistas. Goza de libertad empresarial para fijar los precios y maneja la holgura que da una plaza con rasgos de “monumental” (15.000 espectadores). Se instala, por tanto, en un gran potencial de maniobra.
No así Albacete que haciendo de la necesidad virtud expande y exprime el calendario ferial hasta 11 espectáculos seguidos: 8 corridas de toros, dos novilladas y la corrida de rejones. Sujeta a canon, pliego y otros caprichos políticos hace “mangas y capirotes” para equilibrarse en todo con un coso de 12.000 asientos encorsetados en precios fijados por la Administración pública propietaria….